Dos trabajadoras de la salud y una asistente social viajan a una comunidad marginal del interior. Es el primer viaje que realizan juntas, no se conocen. La convivencia forzada, el encuentro con los carenciados, la rutina, las va modificando. Hacen un trabajo de relevamiento, escuchan los problemas e intentan algunas tenues soluciones. Las posibilidades de cambio son mínimas. Con el paso del tiempo las relaciones entre las tres se hacen intensas, complejas. Sienten el peso del cansancio y la precariedad a la que deben asistir.