Federico Solá, un joven arquitecto, ve como el puesto que le habían prometido en Cementos El Castor se lo dan al hijo del dueño, su novia Juanita le deja y su padre le retira la ayuda económica, por lo que se considera fracasado en la vida y decide suicidarse. Tras algunas tentativas iniciales, totalmente frustradas, decide hacer públicas sus intenciones, anunciando su adiós definitivo en un plazo de tres días. A partir de ese momento, Federico trata de convertirse en un ser despiadado y sin escrúpulos, pues su muerte está próxima, pero, por esa misma razón, nadie se atreve a contradecirle y todos se esfuerzan en hacerle agradable lo que le queda de vida.