Durante los últimos diez años de su vida, mientras actuaba en films baratos y anuncios de TV, Orson Welles invirtió buena parte de su talento en una película sobre una pasión de su infancia: la magia, pero murió sin acabarla (1985). El periodista Peter Tonguette siguió las huellas de ese rodaje secreto y dio con una pieza clave del proyecto: el mago Abb Dickson, que fue quien asesoró a Welles, actuó con él en el film, fue su amigo y compartió su excéntrica intimidad.