En la segunda década del siglo pasado, el guayaquileño Augusto San Miguel (1905-1937) dirigió, produjo y protagonizó las primeras películas de ficción realizadas en el Ecuador. Desgraciadamente las películas de San Miguel -como varios episodios de su vida- se perdieron en el tiempo. Lo único que queda de su producción cinematográfica son los anuncios en los diarios de la época, así como una misteriosa leyenda, según la cual fue enterrado con sus películas.